...y buen sabor de boca. ¿se puede pedir más?
Después de diez años vuelvo a tener el placer de tocar con Marta y Nuria.
Para nosotras fue una experiencia muy novedosa eso de tocar en tres pases seguidos la misma tarde. Yo encantada, ya que de alguna manera se aproxima a la vivencia del teatro, donde se suele tener doble función. Lo cierto es que quedamos con ganas de más y la experiencia sirvió para motivación de nuestro alumnado.
Aunque ya lo he hecho en persona, quiero agradecer también desde el blog, todo el esfuerzo organizativo del evento a Jorge (clarinete) y Kike (saxo), coordinadores del mismo.
También, tal y como hice en cada uno de los pases del sábado, quiero agradecer a Marta, nuestra cellista, el esfuerzo que supuso para ella cuadrar esta actuación con su agenda, que estaba repleta de ensayos y conciertos con la OSPA. Haremos todo lo posible porque el próximo concierto del Trío Alotangueao coincida en una época menos saturada para ella.
Tampoco fue fácil para Nuria y para mí afrontar el compromiso de estos conciertos. Tenemos mucha tarea entre manos. De todos modos ¿cómo no íbamos a participar en el 25 aniversario del conservatorio donde nos conocimos como estudiantes y donde ahora tenemos la suerte de trabajar? Suerte por muchas razones, entre ellas, por poder compartir trabajo con bastantes personas que estudiaron cuando nosotras en este mismo centro, o con quienes en su día fueron, y de algún modo siguen siendo, nuestros profesores y profesoras.
Mi deseo, ya lo dije en cada uno de los tres pases, es que la CULTURA y la EDUCACIÓN en genereal, y la MÚSICA en particular, reciban todo el apoyo y el reconocimiento que se merecen y que necesitan, de modo que dentro de 25 años, parte de quienes ahora son alumnado del centro, puedan disfrutar como profesionales de otro aniversario. Y quienes no lleguen a vivir de la música, a buen seguro, serán el mejor público que Gijón jamás haya soñado.
Pensándolo bien...sí que se puede pedir más. Me hubiese gustado poder asistir al resto de conciertos que tuvieron lugar el sábado. Bueno, por lo menos, pude disfrutar, como público, del colofón final en el Teatro Jovellanos. La verdad es que pensé, "Estoy vestida de negro y tengo mis clarinetes a la espalda... ¡¡¡yo quiero tocar!!!". No habría estado bien eso de ir a tocar sin haber ido a ensayar, pero me tuve que aguantar las ganas de pedirle a Antonio, el director de la orquesta, permiso para camuflarme entre los clarinetistas y seguir disfrutando de la celebración sobre el escenario. Lo dejaremos para el 50 aniversario.
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