El pasado 11 de enero tuvo lugar la primera sesión de Postura sana en el Cervantes. ¡Qué rápido pasa el tiempo! ¡tengo el horno del blog atascado con unas cuantas sesiones de colegios en borrador!!
En fin, en este caso volvimos a tener en cuenta el trabajo corporal previo a cualquier sesión de estudio o actuación. Al tiempo que Adelaida y yo practicábamos los ejercicios de calentamiento y distensión en el escenario, el público, alumnado y profesorado, lo hacía en su sitio.
Después planteé la siguiente pregunta: "¿qué hay que hacer para estar bien sentado?" La respuesta fue unánime: "Apoyar la espalda en el respaldo". Y, aunque la respuesta es correcta, se debe tener en cuenta otro punto importante: el apoyo de los pies en el suelo. La mayor parte del alumnado si apoya su espalda en el respaldo será dejando las piernas colgando de la silla. Estas piernas pesan mucho y después de un rato tiran del resto del cuerpo, de la columna, hacia abajo.
En caso de tener que escoger una de las dos opciones siempre será mejor tener los pies apoyados en el suelo. Y eso fue lo que llevamos a la práctica para que Adelaida empezase con buen pie, nunca mejor dicho, su actuación.
Primero intervino ella sola. Ha mejorado bastante desde la primera vez que tocó el curso pasado. En aquella ocasión, como era a principio de curso, solamente podía pasar el arco por las cuerdas.
Después repitió la misma obra para que el alumnado pudiese experimentar la sensación de cosquilleo que produce la vibración del cello.
Prestaron tanta atención que incluso seguían la partitura con Adelaida.
También practicamos ejercicios de respiración, sintiendo en qué partes del cuerpo se llegaba a sentir el efecto de una respiración completa. En ese momento pude comprobar, una vez más, que parte del público estaba con las piernas cruzadas. Las personas mayores abusamos de esa postura y la gente más menuda copia y reproduce lo que nos ve hacer. Así que les expliqué lo perjudicial de esa costumbre y experimentaron cómo se curva nuestra espalda con ese cruzamiento de piernas.
Tras los ejercicios de respiración llegó el momento de probar el clarinete.
Cualquiera puede hacer sonar un instrumento. Llegar a tocarlo bien es cuestión de práctica constante e interés, pero para hacerlo sonar (al clarinete y a cualquier otro instrumento) solemente hay que proponérselo y atreverse a probarlo.
Esta niña, con los ojos cerrados, intentaba hacer lo que yo le había explicado para lograr hacer sonar el clarinete, bajo la atenta mirada de Adelaida y su compañero.
Y para terminar la sesión, el ejercicio de descanso y relajación que Adelaida y todas las demás personas deberíamos practicar por lo menos una vez al día. Primero se trata de sentir la curvatura natural que se forma en la parte baja de la espalda si nos tumbamos con las piernas extendidas.
Después, al flexionar las rodillas podemos experimentar que esa curvatura desaparece. Toda la espalda está apoyada en el suelo y la fuerza de la gravedad actúa a nuestro favor ayudándonos a recuperar fuerzas para continuar con nuestras actividades, si lo hacemos a mitad de jornada, o relajándonos antes de irnos a dormir.
Espero que Adelaida y su papá, que también asistió a la sesión, así como el resto del alumnado y profesorado que participó, hayan practicado mucho este ejercicio desde que se lo expliqué. Me contarán qué tal les fue con él en la próxima sesión, que será el miércoles 11 de abril.
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